Translate

domingo, 29 de enero de 2012

EL DEPOR JUEGA SUFRE Y GANA








El Deportivo juega, sufre y gana. Los de Oltra se abonan a la fórmula mágica para regresar cuanto antes al paraíso futbolístico. En el infierno, el Cartagena llegó a Riazor por carretera, en un carruaje tirado por Juan José Collantes.
El de San Fernando no quería ser un figurante en la obra de los Juan Domínguez, Guardado, Valerón y Bruno Gama. En un balón interceptado en la medular, Collantes voló hacia el arco de Aranzubia. Ayoze sólo pudo retenerlo. Último hombre teórico, en paralelo le acompañaban otros, y expulsión. El problema era que el gaditano no había atravesado siquiera el círculo central.
Antes, una genialidad de la chistera infinita de Valerón había sido rematado por Riki ante la salida frustrada de Reina. La gomina del esférico dejaba claro que el gol era del madrileño. Los amantes del fútbol saben que era del grancanario.
El descanso llegaba, pero el riojano Ocón Arráiz no había dicho su última palabra. Dos acciones de Abraham Paz sobre Riki le valieron sendas amarillas y la contienda se igualó.
La magia de Guardado
Mientras el Cartagena se ceñía a las galopadas de Collantes y el potencial aéreo del gigantón Raimondi, el Dépor creía en su fútbol. Guiado por un Guardado excepcional, incluso en tareas defensivas, los de Oltra desperdiciaban sus ocasiones, una a una. El propio mexicano remató de volea a bocajarro ante un Reina elevado, por instantes, a categoría de rey.
La segunda parte tenía un guión análogo. El Deportivo no mataba el partido y Ríos movía su nutrido banquillo. En una acción aislada, Collantes cortejó el arco de Aranzubia, un toque mordido se introducía en la puerta del arquero herculino tras tocar a un defensa. Zozobra en Riazor.
Xisco ingresó en el terreno por Riki. En teoría un mero cambio de fichas. A la postre, una sabia decisión. El Dépor no desesperó. Guardado y Valerón se encontraron, para que el primero habilitase a Laure. El lateral, incisivo a lo largo de todo el partido, puso el pase de la muerte. Allí esperaba Xisco. El canterano se besó el escudo para recordar a Galicia que ya está de vuelta de su periplo en Inglaterra.
Y, de la nada, Zé Castro
Las acometidas del Cartagena llegaron porque Riazor está condenado al infarto. En el minuto 90, Borja entró en el campo con la bota cambiada y regaló un balón a Collantes. El gaditano tenía todo a favor para matar las ilusiones del Dépor. Nadie contaba con Zé Castro. En ese instante definido como 'decisivo' por el genio Cartier Bresson apareció el luso. Un toquecito para evitar que el gran plantel visitante continúe con una escalada más que segura. Las faltas y saques de esquina finales, con Reina sumado al ataque, devolvieron al deportivismo recuerdos no tan pretéritos. Este año la hinchada blanquiazul respira. Sus estrellas parecen estar más comprometidas que nunca. El liderato, de momento, está a buen recaudo.
Así se fue una tarde agridulce en Riazor. El fútbol tomó la palabra en el Atlántico. Un mar bravo que ha inspirado a su gente durante siglos. Pero también un maldito océano que se cobró la vida de algunos de sus enamorados. Descansen en paz.fuente Marca.@XALOMONTE

No hay comentarios:

Publicar un comentario