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lunes, 11 de noviembre de 2019

LA PORTADA DEL DXT


RIAZOR CLAMA AL CIELO

Los presagios no eran buenos, aunque lo que siempre ha caracterizado al seguidor blanquiazul es su inquebrantable fe. En una jornada electoral y bajo una incesante lluvia el Abanca Riazor presentó tu entrada más raquítica del curso, con 11.690 espectadores.
Poco más se puede pedir a la afición, que tuvo que aguantar el chaparrón, y no de forma metafórica. Y es que empezó a llover muy pronto. Antes de que se cumpliese el cuarto de hora el Deportivo ya perdía 0-1.
Sin reacción
Un gol que casi ni inmutaba al respetable, acostumbrado, por desgracia, a este tipo de inicios. Y eso que el Deportivo parecía haber salido más plantado en los primeros compases, para regocijo de una hinchada que necesita muy poco para darlo todo. Y de nuevo volvía a creer cuando Mollejo lograba el empate para los suyos. El contador parecía volver a cero y por momentos daba la impresión de que el Deportivo iba a reescribir el guión de su historia.
Hubo unos minutos de posesión, con el equipo merodeando el área ilicitana, que la grada celebraba, pero el descanso enfriaba los ánimos.
Momento polémico
Tras el paso por vestuarios, llegaba la jugada polémica del partido. Los jugadores blanquiazules reclamaban mano en el área de Verdú, al que el balón, tras rechace, le impactaba en su brazo.
Nada punible, pues el reglamento contempla que esas jugadas no implican mano, pero bramaba Riazor, con una tremenda pitada que hacía temblar sus cimientos. Aún tendrían que guardar energías para protestar porque tan solo unos minutos después llegaría una nueva polémica, esta vez en el área del Deportivo. 
Dani Giménez despejaba mal un remate de Nino y al tratar de atajar el balón derribaba a Medina. Pena máxima que marcaba Fidel y nuevo jarro de agua fría para la hinchada. Comenzaban a escucharse cánticos tildando a los jugadores de mercenarios y tímidos silbidos.
Estos iban ‘in crescendo’ primero con la inclusión en el campo de Christian Santos, al que muchos no perdonaban sus palabras en sala de prensa, y después con el tercero del Elche. Silbidos y toque de retirada, pues muchos de los asistentes abandonaban el campo. No era un murmullo ya, sino un clamor contra la directiva, contra Carmelo del Pozo e incluso contra Tino Fernández, al que aún se recuerda y no precisamente con cariño. A la conclusión pitos al equipo, que saludó desde la medular, y a la salida jugadores de peso como Bóveda, Valle, Dani o Álex dialogaban con varios aficionados, muy molestos.