En todos los partidos de fútbol suele pasar algo que es incontrolabe. A veces tienes un mal árbitro, en ocasiones lesionados, en otras fallas un penalti, también te pueden expulsar al portero sin que tengas cambios... Con que sólo una de estas circunstancias se dé en un encuentro ya es suficiente para que se ponga todo muy cuesta arriba. Al Deportivo le ocurrieron todas y cada una de ellas. El partido de ayer fue, simplemente, surrealista. Dalí hubiera disfrutado de un cuadro como el de ayer.
El lienzo hay que empezarlo por la actuación de Pérez Lasa. Doce amarillas, dos rojas, desquició al Deportivo, que recibió más del doble de cartulinas que el rival e hizo la mitad de faltas. Afortunadamente el futuro de este colegiado pasa por ser ‘comentarista’ la temporada que viene porque se retira.
La primera pincelada la protagonizan Marchena y Zé Castro, autolesionados a los 6 y 13 minutos respectivamente. Oltra tuvo que tirar del banquillo de manera prematura, quedarse con un solo cambio, y dar entrada a Aythami y Abel Aguilar para que Alex Bergantiños jugase como central.
A todo esto el Depor llevaba el peso del partido, combinando y buscando el dominio de la pelota. Quizá abusó del juego aéreo, aspecto que facilitó el trabajo de las ‘bestias’ levantinas en defensa, jugadores altísimos, pero el que quiso jugar fue el equipo local, como de costumbre.
Con Pérez Lasa disparando, a tarjetazo limpio hasta por decir ‘buenos días’ el equipo herculino se fue desquiciando poco a poco pero siguió creando juego, aunque no demasiado peligro.
El partido iba transcurriendo con las llegadas coruñesas que acababan en la defensa local o con disparos por fuera. Tras dos opciones claras, una de Riki en el minuto nueve, otra superado el cuarto de hora, y en el 37, cuando Riki marcaba, pero en fuera de juego, llegaba el gol visitante.
Puestos a buscar errores propios, que los hubo, se puede decir que el tanto valenciano llega en una ocasión que nace de un mal despeje (o un no-despeje) de la zaga herculina, adelantada al medio campo en esa acción, demasiado confiada. Otra pincelada para el bodegón de Riazor, en este caso un gol que nace de la nada (como casi todos los que le marcan al Deportivo).
Se llegó al descanso con el 0-1 y la sensación de que algo no estaba funcionando bien. O nada. El equipo saltó a la reanudación con la misma buena actitud que en el inicio del encuentro. Combinando, jugando la pelota. En el 51 llegaba otro retazo para el despropósito. Pedro López cometía penalti por manos en el área y era expulsado por doble amarilla. Ante la ausencia de Pizzi, que es el que los lanza, Riki fue el encargado de hacerlo pero la mandó a las nubes.
Contra diez el Depor no fue mejor. De hecho parece que el equipo no sabe sacar provecho de la inferioridad del rival. Oltra dio entrada a Bodipo y se quedó sin cambios. Aranzubia había visto la amarilla por protestar a Pérez Lasa pero nadie suponía que podría pasar algo que, por otra parte, ensaya el Levante en su ciudad deportiva todos los días. Balón largo, corre Martins, sale el portero, falta, amarilla -que es la segunda- y Aranzubia a la calle.
El Deportivo llegaba a este punto del encuentro frotándose los ojos ante el gafe, el meigallo absoluto, el total despropósito. Alex Bergantiños se colocaba como portero y, diez contra diez pero sin meta específico y con 0-1 en el marcador, el equipo coruñés se lanzaba a por la igualada. No la consiguió, de hecho, en el minuto 81, Barkero lanzó desde cuarenta metros, ajustado al palo y con bote frente a Alex Bergantiños que bastante hizo con tirarse bien a por la pelota. Era el 0-2 y la sentencia.
Hay muchas excusas para este partido. Pero lo cierto es que, con diez puntos, dos victorias, 27 goles en contra, en doce jornadas, se podría decir que éstas, las del Depor-Levante, tienen que ser las últimas. Ya va siendo hora. El cuadro de ayer da miedo.VIA, IG. @XALOMONTE