Hace 21 años, un joven y pujante Augusto César Lendoiro salió al balcón del Ayuntamiento de A Coruña, atestada la plaza de María Pita, y ante el estupor y regocijo generalizado gritó un desafío: “¡Barça, Madrid, ya estamos aquí!”. La exclamación se recibió como una broma propia de la exaltación del momento en una ciudad que llevaba dos decenios sin catar la Primera División. Pero fue un buen augurio. Lendoiro tenía un plan: mirar de igual a igual a los grandes. Lo cumplió. “Ahora ya no lo digo”, responde cuando le recuerdan aquella predicción.
Entiende el decano de los presidentes del fútbol español que el decorado que le rodea ya no es el mismo; que los modestos lo son ahora más que nunca, sobre todo en relación a la grandeza del Barcelona y el Madrid. “Se trató de un momento especial. Ahora no se puede hacer un proyecto como aquel, que se apoyó en la constitución del club como sociedad anónima deportiva cuando se juntó un dinero que se invirtió en jugadores como [los internacionales brasileños] Bebeto y Mauro Silva”. Hoy, las cantidades y su procedencia son dispares.
Lendoiro encontró en 1992 liquidez y créditos bancarios gracias a un apoyo social que le permitió cubrir el capital demandado por la ley con la aportación de pequeños accionistas que adelantaron un dinero a cuenta de los abonos de años venideros. Era un momento de efervescencia en torno al equipo, nada diferente al actual, pero en el que no se generaban apenas ingresos por televisión o marketing, aspectos en los que el Deportivo, sostenido por una ciudad de 250.000 habitantes, no aguanta ni medio asalto ante la globalidad de los grandes.
Pero el veterano dirigente no se arredra: “Intentaremos renovar las expectativas que había entonces”. Para esta reinvención, el Lendoiro del siglo XXI mira hacia dos escenarios. El primero es el de la Ciudad Deportiva de Abegondo, un vivero que espera le dé fútbol y capacidad de financiación. El segundo tiene que ver con los apoyos externos. “Procuraremos buscar las amistades necesarias para configurar un equipo que nos ilusione”, anuncia. Desde entonces no deja de señalar a un hombre: Jorge Mendes, representante de Cristiano Ronaldo o José Mourinho. Para él, o afillado (el ahijado), el chico minhoto (del Miño) que gestionaba videoclubes y discotecas en el norte de Portugal y al que, con 31 años, hace ahora 16, ayudó a sellar su primer negocio en el fútbol: el fichaje del portero Nuno por el Deportivo.
Mendes edificó un imperio, pero nunca olvidó quién fue su mentor. Y Lendoiro, o padriño (el padrino) para el luso, jamás dejó de cultivar esa relación. Hace dos semanas estuvo en Lisboa, cenando en la misma mesa que el representante, en el homenaje para conmemorar el distintivo al mérito deportivo que le entregó el Gobierno de Portugal. “Será muy importante en el devenir del Deportivo”, aclaró Lendoiro.
Esa estrategia de colaboración ha ofrecido réditos futbolísticos al equipo en los últimos meses, por más que en algunos momentos flirtee con el entreguismo. Mendes facturó dos interesantes extremos portugueses el pasado verano en dirección a Riazor, Salomão y Bruno Gama, el primero cedido y el segundo en propiedad por cuatro años, pero con una participación testimonial en los derechos de un traspaso que podría llegar cuando el agente lo estime oportuno, en una operación de la que Lendoiro, en su día, declinó ofrecer más datos “por cuestiones de confidencialidad”. Ambos futbolistas han rendido durante su estancia en A Coruña y su continuidad parece encaminada, ya que a Mendes le interesa mostrarlos en el escaparate de Primera.
Porque el desafío venidero para el Deportivo es montar una plantilla competitiva que no pase apuros. Para ello no contará con el mexicano Guardado, fichado ya por el Valencia, y el tunecino Lassad, que anunció su adiós y podría aceptar una oferta del Montpellier. Otro de los pilares del ascenso, el central Diego Colotto, acaba su contrato y estudia su permanencia. A su vez, Valerón ya ha confirmado que seguirá un año más. Con Morel y Bruno Gama serían cinco los titulares que acaban sus compromisos, más Borja, el jugador número 12, que estaba cedido por el Getafe, una situación que no ha quitado el sueño al técnico, José Luis Oltra, cuyo contrato ha sido renovado automáticamente con el ascenso. “Ahora necesito respirar. No he vivido un ascenso, lo he sufrido”, confiesa el valenciano, que espera contar con un equipo competitivo “con los pies en el suelo”.
En esa categoría empieza a escudriñarse la baraja de Mendes, un abanico del que se salen, por nómina, Hélder Postiga o quizás Diego Costa, pero en el que se encuadran futbolistas como el centrocampista Custodio, del Braga; el exmediapunta del mismo equipo Pizzi, cedido al Atlético, o el extremo Juan Carlos, propiedad del club portugués, que le sirvió de puente para pasar del Madrid al Zaragoza.fuente El PAIS. @xalomonte
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