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lunes, 25 de julio de 2011

EL COMPROMISO DE RIKI











A Iván Sánchez-Rico Soto, Riki, le agradó especialmente que la Peña Deportivista Roca, que desde Vilalba sostiene el decanato de este tipo de agrupaciones en el club coruñés, se acordase de él para distinguirle con su galardón anual. Alegan los peñistas que el futbolista ha demostrado "compromiso y entrega a los colores". Riki va de frente y en tiempos de indefinición eso se agradece. El propio presidente Lendoiro glosó tras el descenso del equipo la actitud de aquellos que no mostraron dobleces y aquella noche, tras caer ante el Valencia, mientras unos sollozaban y otros se tapaban, Riki salió del vestuario y dejó claro que él había bajado con el equipo y que él trabajaría para devolverlo a Primera División. "Fue un momento duro y lo voy a recordar siempre", reconoce cuando le preguntan por aquel pasaje
Ese final de temporada mostró en lo futbolístico a un Riki atribulado, pugnaz, pero desacertado, a ratos desesperado ante el error. Faltaba media hora de partido contra el Valencia cuando Lotina decidió sustituirle, mal síntoma para un delantero cuando su equipo busca el gol más importante del año. "Al menos lo intenté. Estuve en todas las jugadas. Mi mentalidad es seguir y seguir. Si fallo, sigo intentándolo. Prefiero que se me critique por ello que por pasar desapercibido", se defiende antes de enfilar la autocrítica. "Peor estuve el partido anterior en casa ante el Athletic, porque ese día tuve opciones de gol y no las terminé. Eso sí que es fastidiado, porque puedes tirar dentro o fuera, pero no acabar...".

Con todo, esos partidos, también los que se jugaron en Gijón y Barcelona en mayo pasado, sirven para rescatar la aportación que Riki puede hacer al equipo. Desde que hace cinco veranos llegó de Getafe se debate sobre cuál es la posición en la que más rendimiento ofrece, si delantero, mediapunta o acostado hacia un flanco. Al final, demasiado quizás, Lotina dio con la tecla, con la manera de agrupar en el mismo once a Valerón y dos delanteros que tuvieran llegada y ofrecieran sacrificio defensivo por los costados para compensar las carencias del genio grancanario. Ahí, con un pasador detrás, Riki ofreció su versión más incisiva desde que está en el Deportivo, puntería al margen. "Ahora es fácil decirlo, pero con ese sistema estoy convencido de que hubiéramos ganado más partidos porque llegábamos más y con mejores opciones de hacer gol. Tras el descenso se habló de si era justo o injusto, de si los resultados de otros partidos nos perjudicaron, pero hubo partidos en los que ni siquiera tiramos a gol", recuerda.

Cree Riki que al Deportivo le faltó ambición, que había equipo para más, que "las cosas no se hicieron bien desde el principio". Y revela que existió un desgaste en la relación entre técnico y futbolistas. Puede que la relación entre ellos sea como la de esas parejas en las que germinan las buenas intenciones y la convivencia las deteriora hasta que acaban por ignorarse. "Lotina estuvo cuatro años con nosotros y los dos primeros estuvimos bien, pero sobre todo el último ya no fue bueno ni para él ni para nosotros. Para que un grupo funcione tiene que haber comunicación y la temporada pasada no la hubo. Faltó saber lo que pensábamos. Yo no hablaba con Lotina, pero ni yo ni nadie", revela Riki, que incide que sus palabras se tomen como "una opinión, no una crítica", pero que sentencia: "La gente no es tonta y sabe lo que ha pasado".

Ahora el vestuario estrena jefe y el ciclo se reanuda. Riki se refiera a Oltra, el nuevo entrenador, como "José Luis" e identifica en él la transmisión de valores como confianza y seguridad. El desafío del regreso a Primera División está en marcha, el de un equipo que cuadruplica el presupuesto del 80% de sus rivales, pero del que no cabe aguardar que sobre el césped sea cuatro veces mejor. "Ahí todo se iguala, si quieres subir tienes que ganar y ganar no es fácil", previene Riki, que asume el rol de favorito, pero advierte. "Somos el equipo a batir, pero lo bueno de nuestro vestuario es que nadie se lo tiene creído".

A punto de cumplir los 31, Iván Sánchez-Rico ya no baja tanto como antaño hacia su Aranjuez natal. "Un pueblo diferente, ¡la tierra de las fresas!", exclama ufano. Asentado en una ciudad a la que agradece haberle dado el nacimiento de su hija, se despreocupa ante cualquier oferta para cambiar de destino y semeja haber digerido el descenso, acontecimiento desconocido para él y que no solo golpea chequeras sino también egos. "Te afecta, pero tienes que levantarte y pensar que hay cosas más importantes en la vida y que, en definitiva, somos unos privilegiados".fuente el pais

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