‘Despierta de tu sueño, hogar de Breogán‘. Cuando los gallegos entonan su himno, lo hacen, no podía ser de otra manera, poniéndose nostálgicos. Galicia entera está impregnada de nostalgia, de añoranza. Supongo que es un sentimiento complicado de entender para los que no somos gallegos ni tenemos raíces en aquella región. Imagino que algo tendrá que ver con la tradición emigrante del pueblo gallego, con su obligada querencia por armar las maletas y hacerse a la mar, la misma mar que lo mismo les da sustento que les arrebata vidas inmisericordemente. La región gallega, el hogar de Breogán, es el escenario ideal para desarrollar un argumento triste. Uno se imagina esos días grises, con las gotas de lluvia saltando desacompasadas sobre el paisaje verde y la neblina hundiéndose en los valles, y entiende que la alegría y el alborozo disparatado sea cosa de días contados en Galicia.
La Galicia futbolística se vio inmersa en una pesadilla cuando el pasado mes de mayo el Deportivo de La Coruña fracasaba, con todo a favor, en su lucha por evitar el descenso a Segunda División. Era el punto final a veinte años de inolvidable leyenda deportivista y era, a su vez, el capítulo final, el triste desenlace, de lo que habían sido probablemente los años más exitosos de la historia del fútbol gallego. El adiós del Dépor a la categoría de elite del fútbol nacional ponía el contrapunto a aquellos años en los que Depor, Celta y Compostela disfrutaban de los fastos y del lujo de la que empezaba a conocerse con ese nombre tan hortera de Liga de las Estrellas.
Porque lo que hace unos meses confirmó el conjunto herculino, una Primera División sin conjuntos gallegos por vez primera en los últimos veintiún años, lo apuntó hace ya cinco temporadas el RC Celta de Vigo. Ocurrió de la manera más inesperada. En un año en el que el conjunto vigués había paseado la cruz de Santiago por Europa (hasta que cayese eliminado por el Werder Bremen en octavos de final), acabó la temporada firmando su segundo descenso en tres campañas. Pero lo peor estaba por llegar, con una crisis económica insostenible que acabó forzando al club a acogerse a un concurso de acreedores y una travesía por el desierto de la segunda división a la que aún, después de cinco campañas, no se ha conseguido poner fin.
Sin embargo, si uno echa una mirada hoy, 5 de marzo de dos mil doce, a la clasificación de esa supuestamente ignominiosa Liga Adelante, el panorama que se presenta es ilusionante para Deportivo y Celta. La parte alta de la clasificación, las dos plazas que dan derecho al ascenso directo de categoría, huelen a queimada, a mejillones de la ría regados con Albariño, a pulpo hirviendo en puchero de cobre,… Dépor y Celta, primero y segundo, afianzan su dominio en la categoría de plata del fútbol español jornada tras jornada. El líder, el conjunto que dirige José Luis Oltra es un equipo incontestable, maduro y que ha demostrado una capacidad de adaptación a las penurias de la segunda división digna de elogio. Por su parte, el Celta, máximo goleador de la categoría con 49 goles a favor en 27 partidos, ha encandenado una racha de seis victorias consecutivas (incluyendo las conseguidas ante directísimos rivales por el ascenso, como Valladolid, Almería o Elche) y solo un empate impide su pleno de victorias en lo que llevamos de 2012.
Pese a que aún queda mucha competición por delante, pese a que buen seguro el grupo de equipos perseguidores no cederá en su continua labor de acoso y derribo, todo apunta a que Galicia, tanto la parte deportivista como la celtista, podrán volver a vivir de nuevo una fiesta, uno de esos días contados, como a mediados de la década de los noventa, sin lugar para la añoranza y la nostalgia, sin tiempo para recordar lo que en su día fue. Solo con ganas de disfrutar del presente. Del ilusionante presente.POR BORJA BARBA. @XALOMONTE
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