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lunes, 6 de junio de 2011

UN EQUIPO UNA CIUDAD POR RUBEN RODRIGUEZ NEGRO












Un equipo, una ciudad

La Coruña, 1 de junio de 2011

Todavía con la resaca de la derrota planeando sobre el ambiente coruñés, con el Deportivo sentenciado a Segunda División pero con la afición, la gran afición, demostrando lo que tiene que ser, de Primera, sería muy fácil hablar ahora sobre los motivos, sobre lo que ha fallado y lo que se ha hecho mal, o rematadamente mal, para llegar a esa situación. Pero hoy no, hoy prefiero hablar de alguna anécdota, recordar cómo, para que una ciudad resalte como destino turístico, no siempre necesita dilapidar dinero en campañas que no logran el objetivo, sino que, a veces, como es el caso, pequeños detalles demuestran hasta qué punto el deporte, un equipo de fútbol, ha situado nuestra ciudad en el mapa internacional.

Recuerdo un verano en Suiza, en Vallemaggia, en la parte italiana del país helvético. Ascendíamos al Pico Campo Tencia y, por la costumbre de sufrir con ella, llevaba puesta la camiseta del Dépor. En medio de la niebla, nos encontramos a un grupo local que ya descendía. Además de intercambiar comentarios sobre el estado de la cumbre –no era yo el que intentaba hablar alemán-, fue inevitable que nos preguntaran de dónde éramos. La respuesta primera fue “españoles”. Pero para mi sorpresa, por su reacción, ellos ya se lo habían imaginado porque sabían que esa camiseta era del Deportivo. “De La Coruña”, dijeron con bonito acento.

En otra ocasión, el viaje fue en un crucero por el Mediterráneo. Llevaba la elástica puesta, una segunda equipación en rojo, con publicidad de la extinta Fadesa, menos conocida que la tradicional blanquiazul. Fue entonces cuando un camarero filipino se acercó para alegrarme el desayuno, al grito de: “¡Irureta!, ¡Irureta!” Con eso, no sólo consiguió captar mi atención, sino también provocar mi risa. Tras el sorprendente saludo, empezó a recitarme jugadores y a recordar laureles: “¡Campéon, campeón de Liga!” Ese hombre filipino sabía también de la mitad de la plantilla deportivista. Aproveché para preguntarle si conocía otras ciudades gallegas, alguna catedral…, o si conocía Galicia. Y nada: cero.

El verano pasado, con el Dépor ya en horas bajas, comprobé que Marineda llega también al continente africano. Paseando con otra de mis camisetas por Cartago (hoy sería más complicado) con un calor abrasador y una tormenta en ciernes, desde un coche que pasaba junto a la acera, alguien empezó a pitar, gritando dos palabras: “¡Deportivo! ¡Coruña!, ¡Deportivo! ¡Coruña!” Estaba claro que, por lo menos, el nombre de la ciudad allí también lo conocían.

Llegados a este punto me pregunto: ¿Se podría cuantificar el impacto del Deportivo en la imagen la ciudad, en su proyección internacional, su identidad, en su impacto económico? ¡Cuántos miles o millones de personas conocerán o les sonará únicamente una ciudad de Galicia, y todo gracias a lo que el Deportivo de La Coruña ha conseguido! Todos vosotros seguro que podríais recordar anécdotas similares ¿Hasta dónde llega entonces, el calado que ha dejado el equipo? ¿Cómo se valora? Es cierto que no tengo respuestas empíricas para estas preguntas. Pero no poder responder no es lo que más me molesta. Lo que más me duele sin duda es, ¿Por qué nunca el Deportivo ha recibido ningún tipo de ayuda o impulso que aprovechara y potenciara el cauce creado por el equipo? En todos estos años, administraciones locales, autonómicas, estatales, o cualquier otra institución pública, todos, han ignorado los beneficios que el Dépor ha aportado a la ciudad y a la Comunidad Autónoma, a pesar de todo lo positivo que ha generado el equipo.

Esperemos entonces que, esta vez sí, con el apoyo de todos, el R.C. Deportivo de La Coruña, institución centenaria, recupere el lugar del que nunca debió salir.

¡Forza Dépor!... Un equipo, una ciudad.

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