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lunes, 14 de marzo de 2011

EL DEPOR BUSCA EL EMPATE Y PIERDE














El Deportivo buscaba un punto, como en Almería y Pamplona, y esta vez se fue sin nada. Ése era el plan en Cornellá, no ganar sino arrancar otro empate, seguir sumando y acercarse un poco más al objetivo de la permanencia. El Espanyol, por contra, sí salió de forma decidida a por el triunfo y acabó sentenciado en la segunda mitad, con goles de Iván Alonso y Verdú. El Dépor aguantó una hora el 0-0, pero acabó pagando la expulsión de Pablo Álvarez al filo del descanso. Luego, con el marcador en contra y un jugador menos, no tuvo capacidad de reacción. Regresa sin puntuar después de cinco jornadas seguidas sumando, pero por lo menos los puestos de descenso siguen igual de lejos, a cinco puntos. Es el único consuelo que queda, porque la imagen del equipo lejos de Riazor volvió a dejar mucho que desear.

Empezó el Deportivo como de costumbre fuera de casa, esperando atrás y con la premisa de no desordenarse en defensa. Le había salido bien en sus últimas salidas, y creyó que una vez más ésa iba a ser la mejor manera de rascar algo en Cornellá. Durante la semana tanto los jugadores como el propio Lotina insistieron sobre la necesidad de cambiar la imagen a domicilio y derrochar algo más de valentía. Ése era el propósito, y se quedó sólo en eso, en buenas intenciones.

El Dépor cedió el balón al Espanyol de forma descarada y se limitó a frenar una a una las tímidas acometidas de los catalanes, obligados a romper su mala racha tras haber perdido seis de sus últimos siete partidos. Los de Lotina, en cambio, llegaban a Cornellá impulsado por el viento a favor de sus últimos resultados. Aun perdiendo ayer, el descenso iba a seguir a cinco puntos de distancia, un colchón no definitivo, aunque sí importante. Eso suponía un plus de tranquilidad para los coruñeses, conscientes de que en caso de vencer abrirían un hueco de ocho puntos con el pozo. Tenían una gran oportunidad de poner tierra de por medio con la zona caliente, pero esta vez tampoco salieron a por el partido. Se limitaron a defender y buscar alguna que acción aislada para merodear la portería de Kameni, bien a la contra o a balón parado. Apenas crearon peligro. Un disparo lejano de Juan Rodríguez y otro de Míchel, ambos por fuera, fueron las mejores aproximaciones en los primeros 45 minutos.

Tampoco es que inquietara mucho más el Espanyol, que llevó la iniciativa pero sin crear demasiadas ocasiones claras. Callejón, en el minuto 4, fue el primero en avisar, con un buen lanzamiento de falta. Baena, con un remate a quemarropa, también estuvo a punto de marcar al filo del descanso. El Dépor, bien posicionado, no se vio demasiadas veces superado. Sólo en contadas ocasiones los catalanes le ganaron la espalda a la defensa coruñesa. A falta de fútbol, el Dépor derrochó intensidad para frenar los avances del Espanyol a base de infracciones. Algunas faltas fueron de ésas llamadas tácticas, necesarias en momentos puntuales. Pero otras sobraron. Si no, que se lo pregunten a Pablo Álvarez, que poco antes del intermedio dejó a su equipo con un jugador menos. El Dépor se quedaba en inferioridad numérica con más de medio partido por delante, condenado a sufrir tanto o más que en sus últimas salidas, en Almería y Pamplona, donde arañó sendos empates a base de apretar los dientes y, cómo no, con bastante fortuna.

Necesitaba algo más que suerte para aguantar el 0-0 otros 45 minutos ante un Espanyol hambriento. Atacó con todo desde la reanudación, aún con más pólvora arriba con la entrada de Iván Alonso. Fue Verdú el primero en probar a Aranzubia. Respondió bien el meta riojano, que poco después demostró que sigue en estado de gracia rechazando un disparo de Iván Alonso en boca de gol. Duraba el Dépor lo que duraba el repertorio de su portero, que en el 61 no pudo hacer nada por evitar que el cabezazo del delantero uruguayo acabara en gol. 1-0 justo, sobre todo porque el Espanyol fue el que más quiso desde el inicio, el que más lo intentó y el único que de verdad salió ayer al campo en busca de los tres puntos. El golazo de Verdú, en el 80, fue la sentencia. El catalán, soberbio, dio la puntilla a su ex equipo, que en todo el partido sólo disparó una vez entre los tres palos, por llamarle disparo a un tirito de Desma. Demasiado poco.

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