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lunes, 14 de febrero de 2011

ESTE COMPROMISO Y ESTA INTENSIDAD LA ESPERAMOS EN TODOS LOS ENCUENTROS












El Dépor estaría ahora mismo en una posición mucho más desahogada si todos los domingos mostrara la misma intensidad de ayer, sobre todo fuera de casa. Ante el Villarreal sí compitió. Derrochó ganas y valentía, fue un vendaval ofensivo, un ataque sin cuartel que a base de insistir obtuvo el justo premio de la victoria. Balsámica y necesaria. 1-0 gracias al gol que cocinaron Juan Rodríguez y Alberto Lopo, ausentes en las últimas dos jornadas y colosales en su regreso al once. Ganaron ellos y ganaron todos en una demostración de compromiso, por el Deportivo y por la salvación, en un momento en el que el equipo agonizaba. Y con él Lotina, que resopló desde el banquillo mientras Lopo, como el día del Espanyol, lo buscó tras marcar para fundirse con él en un emotivo abrazo, un gesto que habla por sí solo. Todos a una, todos comprometidos, todos remando en la misma dirección, la de la salvación.

Formidable encuentro del Dépor e intachable primera parte, en la que sólo faltó el gol para reflejar la clara superioridad local. No esperaba el Villarreal semejante ejercicio de valentía por parte de los coruñeses, que mostraron su versión más ofensiva desde el pitido inicial. Le sentó bien el nuevo dibujo táctico con defensa de cuatro. Con dos delanteros, Riki y Adrián, más Juan Rodríguez de mediapunta, el conjunto blanquiazul acumuló mucha gente en el área rival. Y no sólo para atacar. También para defender, porque adelantó más que nunca la primera línea de presión para ahogar la salida desde atrás del submarino, mucho menos equipo sin balón.

Esa intensidad del Dépor, más algún que otro pelotazo bien dirigido, bastó para embotellar a la formación de Garrido. Aranzubia apenas tuvo que intervenir, sólo para meter una de esas manos suyas, casi siempre salvadoras, con la que evitó que Gonzalo marcara de cabeza a la salida de un córner. Por lo demás fue el Dépor el que más llamó a la puerta del gol. La primera clara nació, cómo no, a balón parado, tras un córner que Juan Rodríguez peinó y Colotto, en el segundo palo, no llegó a rematar por centímetros. El andaluz inyectó más presencia en el área, llegando desde atrás entre líneas y dejándose caer a las bandas para abrir espacios.

Lo intentó desde fuera del área, con un disparo desviado en el minuto 11, y también de cabeza, al aprovechar un buen servicio de Manuel Pablo desde la derecha (m.24). Hasta Antonio Tomás se animó a probar suerte de cara a puerta. Y por supuesto, también Adrián, que en una de sus arrancadas se deshizo por potencia de los dos centrales, pero no acertó a definir en el mano a mano ante Diego López. El rechace le llegó a Riki, que tuvo que armar el disparo con la pierna derecha, todo un atrevimiento para un zurdo cerrado como él. Su chut, con la puntera, se perdió por encima de la portería.

Merecía mucho más el Dépor, y no sólo por ocasiones. También por coraje, ganas y empuje. Se estaba comiendo el campo, consciente de que en juego estaba su supervivencia en Primera. Nada que ver con el equipo blando y temeroso de las últimas salidas. Ayer sí propuso de verdad y mereció irse al descanso con ventaja, como mínimo de un gol, pero le volvió a fallar lo de siempre, la definición.

El segundo acto siguió un guión similar al del primero, con el Dépor a la carga y el Villarreal sin acabar de encontrarse a gusto. Arañaban sin tregua los coruñeses, con Riki y Adrián cada vez más desatados, pero no bastaba con enseñar las garras, había que matar marcando, no perdonando. Y el Dépor lo logró, como tantas otras veces, en una acción a balón parado, una falta lateral que Antonio Tomás colgó al corazón del área, donde Juan Rodríguez y Lopo se asociaron para brindarle a Lotina un gol revitalizante.

El malagueño bajó el balón con la cabeza y el catalán se lanzó en boca de gol como si fuera un nueve de los de antes, jugándose el tipo para empujar la pelota al fondo de la red. Marcó en un momento crítico, igual que el día del Espanyol, y lo festejó con una celebración idéntica a la de entonces, corriendo como un poseso hacia el banquillo para fundirse con el míster en un abrazo que habla por sí solo. Quien quiera pensar mal es libre de hacerlo, pero se equivoca. Lopo, igual que Juan Rodríguez y los demás que acaban contrato, son del Dépor y se van a dejar la piel por dejarlo en Primera. Ni siquiera importó que Ramírez Domínguez le perdonara la segunda amarilla a Marchena. El triunfo, esta vez, no se iba a escapar. Tres puntos, y a tres del descenso.

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