El próximo lunes se cumplen 25 años del fichaje de uno de los mayores genios que vistieron la camiseta blanquiazul, Djalma Feitosa Dias ‘Djalminha’, quien firmó con el club coruñés el 11 de julio de 1997. Aquel día inició una etapa que le consagró como uno de los dioses del deportivismo gracias a su infinita calidad e imaginación. 169 partidos oficiales, 48 goles, nueve asistencias, un título de Liga, otro de Copa del Rey, dos Supercopas de España y cientos de acciones imposibles que se inventó y que quedaron grabadas para siempre en la retina de la afición coruñesa. Un jugador especial que ayer atendió, desde Brasil, nuestra llamada para recordar la que él mismo denomina como la mejor etapa de su vida futbolística. Hoy les ofrecemos la primera de las dos partes de una conversación en la que el ‘8’ demuestra, una vez más, por qué fue un futbolista irrepetible.
¿Qué tal, a qué te dedicas?
Todo bien. Estoy trabajando en la televisión, en la ESPN en Brasil, que justo estamos preparando los partidos de la Copa Libertadores de esta noche.
¿Recuerdas el día que fichaste por el Depor?
Perfectamente, cómo no. Acababa de jugar la Copa América con Brasil, entonces allí coincidí con Mauro Silva y Flávio Conceiçao y ya me habían hablado del club y de todo. Así que cuando llegué, mi expectativa era intentar ganar la Liga y así lo dije, pero la gente no se lo creía y les dio la risa. Pero al final, ya sabemos lo que pasó, que todo salió bien. Tenía esa esperanza porque sabía que había una plantilla muy buena, grandes jugadores y ya había jugado con alguno, como Luizao, Donato... Así que pensaba en ganar títulos.
¿Llegaste a imaginar vivir una etapa tan buena, con partidos espectaculares en Liga, Copa y Champions League?
Es cierto que tuvimos noches mágicas, memorables. Cuando me dijisteis que me ibais a llamar para esta entrevista, hablé con un compañero de la televisión y empecé a recordar los momentos memorables que viví en el Depor. Tuvimos la final de la Copa del Rey con el Real Madrid, la remontada con el Milan, pero un partido que me gustó muchísimo fue el que jugamos contra el PSG en Riazor, que perdíamos 0-3 y acabamos remontando 4-3. Fue una de las noches más memorables que protagonizamos porque fue increíble, demuestra la confianza que teníamos en nosotros. Esa etapa fue mágica en mi vida porque salió todo perfecto, aunque tuviéramos algunos problemas también, pero yo siempre digo que la conquista más importante de mi carrera fue el título de Liga por todo lo que pasó, la dificultad de un Deportivo que peleaba con el Madrid y el Barça, que son grandísimos. Fueron años mágicos que jamás olvidaré porque tengo mucho cariño por el club y por la gente. Fue fenomenal.
Nunca en mi vida pensé en ser el mejor del mundo, no era algo que yo buscara
Iba a preguntarte precisamente por el día del PSG porque fue una de tus mejores actuaciones y diste dos asistencias, la del gol de Tristán y la del 4-3 que marcó Pandiani.
Sí, la verdad es que fue uno de mis mejores partidos. Fue algo raro porque en la segunda mitad jugué junto con Mauro, los dos en el mediocentro, y los demás prácticamente todos delanteros, pero salió todo muy bien. Jugué en una posición más retrasada de lo habitual, pero Mauro era un fenómeno, valía por dos (se ríe) y conseguimos neutralizarles bien y también crear mucho. Hice un buen partido y ayudé mucho al equipo. Y Pandiani, buf, entró en la segunda parte y marcó tres goles.
Varios de tus 48 goles fueron maravillas, como el que le hiciste al Celta en Riazor en el 1-0 de la Liga 2000-01. ¿Cuál recuerdas con más cariño?
Creo que por todo, por la importancia, la rivalidad... ese gol del Celta fue el más importante. Además, fue muy bonito. Me gusta mucho también uno que le marqué al Zaragoza en mi primera temporada (campaña 1997-98), que cogí el balón cerca del área y se la puse a Juanmi por encima, muy despacito. Este gol me gusta mucho porque se quedó parado y no consiguió hacer nada, ni un movimiento (risas).
Si hay una acción tuya para el recuerdo fue la Lambretta contra el Real Madrid en el 5-2 del curso 1999-2000.
Sí, lo que más marcó fue la Lambretta, no los goles. Se vio en todo el mundo. Tengo esta jugada bajada en otros idiomas y la gente flipa, se queda loca. Fue algo distinto. Es como me gustaba jugar al fútbol, hacer cosas distintas y hacer disfrutar a la gente, pero yendo siempre hacia delante, buscando el gol.
Eras de esos futbolistas que disfrutaban jugando.
No sé el motivo en especial pero siempre he tenido preocupación por el público, por la gente que me iba a ver y a apoyar. Yo también fui un aficionado y me gustaba ir a disfrutar, no solo con los jugadores de mi equipo, sino que disfrutaba con los que hacían cosas bonitas. Yo, como tenía esta calidad, procuraba que el público se lo pasara bien.
Lo que yo hacía en el campo... cómo no me va a echar de menos la gente
Hay quien dice que si te hubieras tomado el fútbol más en serio, habrías sido el mejor del mundo.
No ganas una Liga con el Deportivo si no eres regular, jamás, pero no se puede hacer magia todos los días (se ríe). El fútbol no es tan fácil. Hay días que uno está más inspirado que otros. Nunca en mi vida pensé en ser el mejor del mundo, jamás pasó por mi cabeza. No era algo que yo buscara y no me importaba nada. La gente que jugó conmigo, mis compañeros, sí saben la clase de futbolista que he sido, el compromiso que tenía, cómo peleaba en los entrenamientos y en los partidos porque para mí era fundamental ganar. La gente habla mucho y dicen que si yo hubiera jugado en el Barça o en el Real Madrid... pero no cambio mi título de Liga con el Depor por haber jugado en el Barça o en el Madrid.
En A Coruña eres casi un Dios.
Bueno, las últimas veces que he estado allí la gente nos echa de menos principalmente por el mal momento que vive el Depor actualmente. Nosotros vivimos momentos maravillosos y el fútbol que yo jugaba, lo que hacía en el campo... cómo no me va a echar de menos la gente. Si a lo mejor te están viendo todos los días, todas las semanas, no te dan el valor que tienes, pero cuando uno se va, echan la vista atrás y dicen, ‘joder, cómo disfrutamos del fútbol con este’ (risas). Yo me quedo muy contento porque viví aquella época de manera muy intensa, me encantaba la gente y he disfrutado mucho de A Coruña, entonces intenté hacerlo lo mejor posible.
¿Con qué compañero te sentías más cómodo en el verde?
Depende de la situación. Por ejemplo, Tristán tenía una calidad impresionante, era un jugador diferente y nos llevábamos bien dentro y fuera del campo, pero la conexión que yo tenía con Makaay era única porque nos entendíamos muy bien. Hacía los movimientos para que yo le pusiera el balón perfecto y tenía una finalización impresionante. Por otro lado, en el medio del campo tener a Mauro Silva ahí detrás hacía que me quedara más tranquilo porque siempre robaba el balón y me pasaba, me buscaba porque ya teníamos esa conexión. También me entendía muy bien con Fran, cambiábamos de posición... qué calidad tenía. Es que eran jugadores muy buenos. Por ejemplo, Manuel Pablo llegaba con una fuerza, una calidad de juego, de velocidad. Teníamos a Donato y Naybet, que eran impresionantes, con muchísima calidad técnica y personalidad. Romero jugaba mucho. Flávio, que tenía una fuerza impresionante y defendía y atacaba. Víctor también era un muy buen jugador, que empezó de mediapunta y luego jugó por la derecha. Después vino Valerón, que me encantaba su fútbol y quería jugar con él. Creo que si hubiéramos jugado más veces juntos, le habríamos dado mucho al Depor...
Si Valerón y yo hubiéramos jugado más veces juntos, le habríamos dado mucho al Depor
¿Con qué rabia viviste aquellos derbis con el Celta?
No es que le tuviera rabia, pero vivía mucho en la calle con los amigos, no me quedaba en casa, así que sabía lo que significaba la rivalidad para la gente de A Coruña. Además, el Celta en esos momentos era un equipo muy bueno, así que en los derbis había una gran rivalidad y yo tenía una motivación muy grande. Me expulsaron en la victoria por 1-0 con gol de Turu Flores la temporada que ganamos la Liga, con todo ese follón con Mostovoi y Karpin... Fue un placer jugar contra ellos porque eran futbolistas del más alto nivel.
¿Crees que el cabezazo a Irureta dañó tu imagen?
Es la gente la que tiene que opinar si me perjudicó o no. Siempre digo que no me arrepiento de las cosas que hago porque yo no estoy loco. Tuve un motivo para hacerlo, pero me lo quedé para mí. La gente del club se enteró del motivo, los que estaban en el campo lo saben. Y aunque nunca voy a decirle a ningún jugador joven que está empezando que haga esto, pero en aquel momento tuve un motivo para hacerlo.
¿Puedes decírnoslo?
A ver, son situaciones que pasan en el momento, entonces no puedo decir que me arrepienta porque si volviera a suceder todo de la misma manera, igual volvía a repetirlo (se ríe).
Si volviera a suceder todo de la misma manera con Irureta, igual volvía a repetirlo
¿Hablaste con él desde aquello?
Algunas veces hablábamos, pero muy poco. Nunca tuve mucha relación con él porque era un entrenador muy cerrado y no hablaba mucho. Lo que yo pienso es que el equipo podía haber conseguido más cosas. No es una crítica, pero fuera de casa siempre le veía muy comedido. No buscaba ganar los partidos y eso me incomodaba mucho, pero como entrenador lo respeto, ganó una Liga. Y aunque yo no compartía sus ideas, las tenía que cumplir.
Es decir, que podíais haber ganado algún título más.
Sí, pero como persona no tengo nada contra él. Era muy calmado y no nos molestaba mucho, nos dejaba tranquilos. Una de las cosas buenas que tenía era eso, que algunas cosas que hacíamos que no estaban bien, hacía como que no pasaba nada (risas). Tampoco me quedé contento de hacer aquello con Irureta.
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