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domingo, 28 de enero de 2018

EL DEPOR, UN CASTILLO DE ARENA

Después de tener dos goles de ventaja, el Depor cedió el empate en la recta final del choque  | quintana
Después de tener dos goles de ventaja, el Depor cedió el empate en la recta final del choque | quintana
Mal día escogió Celso Borges para rebatir en el césped del estadio de Riazor la falta de agresividad que había admitido públicamente dos días antes en la sala de prensa de Abegondo. Con la expulsión del costarricense, la lesión previa de Sidnei y el manojo de nervios que es este Depor, lo que podía ser una victoria a la heroica, con 55 minutos en inferioridad, o tan siquiera un meritorio empate, acabó sabiendo a derrota. Sobre todo a Andone, que se agigantó ante los problemas y turró más que nunca. El rumano, víctima de un calentón y de dejarse hasta la última gota de gasolina en el verde, alzó la voz aún en el césped, en la entrevista a pie de campo, y reprochó que a su lado no hubiera diez (o nueve tras la roja a Borges) con los mismos bemoles que él.
Tal vez fuera exagerado porque la mayor parte de los futbolistas que le acompañaron hasta el pitido final hicieron un ejercicio de solidaridad defensiva encomiable en inferioridad, capaces de construir un fortín que se derrumbó en los últimos diez minutos, cuando el primer gol del Levante descubrió que el castillo, realmente, era de arena. A partir de ahí pudo pasar de todo, desde la remontada de los valencianos, que se quedó en igualada, hasta un triunfo deportivista, porque Adrián, como ante el Valencia aunque menos clara, volvió a tener la oportunidad de desequilibrar el choque en el descuento.
El Depor es un manojo de nervios. Lo fue desde el principio y lo fue al final. La puesta en escena no estuvo a la altura. El lateral derecho defensivo tan demandado para coser el lateral empezó el partido en el banquillo y el Levante, como han hecho muchos esta temporada se frotó las manos y lo agradeció. Por ahí surgieron las primeras ocasiones del equipo visitante, pero la falta de puntería de un rival que por algo solo ha sumado una victoria en las 16 jornadas más recientes y la seguridad de Rubén en esos compases iniciales, con Koval observando desde el banquillo, impidieron que las dudas del principio costaran un disgusto.
 Los blanquiazules se adueñaron del balón, pero en terreno estéril, ante un equipo que por momentos se replegó con los once jugadores en campo propio, y que incluso así inquietó los dominios de Rubén. Campaña envió la primera por arriba y la segunda, a las manos del arquero. Esta vez el guardameta puso el cuerpo detrás de los guantes, como mandan los cánones, y no como ante el Valencia. A pesar de que Carles Gil reforzó el tridente ofensivo del Deportivo por el lesionado Mosquera y Cristóbal recuperó el doble pivote, el equipo coruñés tardó en generar peligro. Eso sí, cuando lo hizo, fue efectivo. Andone inició su recital provocando una falta de Coke, Lucas ejecutó el balón parado y Adrián adelantó a los blanquiazules de cabeza.
Una de cal y otra de arena en el castillo del Depor. Después del gol, dos mazazos: la lesión de Sidnei (pinchazo en la misma pierna que le obligó a descansar ante el Real Madrid el pasado fin de semana) y la expulsión de Borges por doble amarilla a los 34 minutos. 
Sin centrales en el banquillo, al brasileño le sustituyó Eneko Bóveda, que ya había jugado como central en su carrera y tuvo que debutar, además, en la izquierda, con Schär a su lado. Lo del costarricense supuso un dolor de cabeza mayor. Había visto la primera amarilla por cortar un ataque (prometedor) en campo propio a los tres minutos y recibió la segunda en una disputa con el coruñés Jason Remeseiro por un balón aéreo. Cristóbal lo reconstruyó siete minutos después con un cambio razonado (sorprendente para algunos): un centrocampista por un delantero. Rompió el tridente, dejó a Carles Gil, sacrificó a Lucas y dio entrada a Fede Valverde. Antes del descanso, el valenciano filtró un pase para que Andone, en estado de gracia (marcó en cuatro de las cinco últimas jornadas), superara en el mano a mano a Oier.
El Depor prometía al descanso y tardó en volver al césped (el Levante llevaba ya un par de minutos en él). Muñiz asumió riesgos y el batallador Andone le obligó a tomar precauciones. Pasaban los minutos y el equipo, con una gran solidaridad defensiva, aguantaba. Vislumbraba la orilla, los tres puntos, salir del descenso reforzado por ganar en inferioridad. Pero el Levante le hizo despertar. 
De un error defensivo, otra vez con Juanfran (y Valverde) como protagonista, surgió el gol que derrumbó al Depor. Ivi, ‘tocado’ por el club coruñés en verano, se la coló a Rubén con ayuda involuntaria de Schär. Con los nervios a flor de piel, el exsevillista volvió a marcar con otra rosca en un córner que conectó desde fuera del área, increíblemente solo. Pudo caer el tercero del Levante y también del Depor, pero el partido acabó con un preocupante empate.VIA IG.

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