Bergantiños se tuvo que esforzar en defensa para frenar a los asturianos patricia g. fraga
El Deportivo empató con el Sporting de Gijón en un partido que respondió a lo esperado, por la categoría del rival, por la entrega de los coruñeses y por los ‘males’ a balón parado ya que el gol encajado llegó de la misma manera que casi siempre. Fernando Vázquez puso en liza un equipo con Luisinho y Salomao en la banda, dio la titularidad a Antonio Núñez y ubicó en punta a Borja. Todo ello con la vuelta de Juan Domínguez en el puente de la nave deportivista. Se suponía la artillería suficiente para bombardear a los sportinguistas.
En los primeros momentos quedó plasmado el tipo de partido que Riazor iba presenciar. Lo más parecido a un derbi, a una final. El cuadro herculino atacaba sin darse alegrías en materia defensiva y el astur se mostraba seguro, buscando contras y acciones estáticas sobre el área. Es tal la fe que tienen los rivales del Depor a la hora de meter balones al corazón de la defensa que, si pueden y tienen un buen lanzador, como ayer, hasta los saques de banda buscan a Fabricio.
En el minuto 14 Insua, cegado por el sol, no conseguía rematar un balón pegado al palo en una jugada típica de gol. Posteriormente Salomao intentaba sus acciones por el lateral del área rojiblanca pero no se llegaba a concretar peligro. El Sporting respondía en el 19 con un cabezazo de Scepovic.
En el 25 se rompía el partido. En un segundo córner consecutivo, botado igual que el primero, Bernardo recibía la pelota libre de marca, después de un despeje de Borja, y un intento de disparo rival. El defensa marcaba con la derecha y enmudecía a Riazor.
No fue el primer mazazo que se llevó el estadio blanquiazul. El equipo coruñés intentó una respuesta inmediata y, a los 28, una buena jugada combinada acababa con manos en el área tras un intento de Rabello de superar a un contrario. El colegiado señalaba pena máxima y Borja Bastón la mandaba fuera, pegada al palo. El Depor se vino abajo momentáneamente, incluso el público de Riazor por momentos, era apagado por la afición rojiblanca. Mejor imposible para el Sporting. 0-1 y penalti fallado por el Depor. Con muy poco, casi nada, los rojiblancos mandaban en el partido y con esa mínima ventaja se llegó al descanso. El Depor encajó los dos golpes y esperó a tomar aire en el vestuario.
Si había perdonado con el penalti el equipo de Vázquez, comenzó la segunda parte de la misma manera. En el 47 Salomao manda fuera, por alto, una pelota que bien podría haber enviado hacia uno de los dos palos ya que el meta, Cuéllar, estaba en el medio del marco.
El entrenador blanquiazul comenzó con los cambios para intentar el empate. Primero dio entrada a un delantero más en lugar de Rabello y luego cambió el dibujo para jugar con Lopo y línea de tres en defensa. El dominio del balón era del Depor, con poca profundidad, mientras que el Sporting contragolpeaba con mucho peligro.
A dos ocasiones asturianas, en el 60, respondió Toché en el 63. El cuadro coruñés lo intentaba por una y otra banda con Laure y Luisinho, pero la defensa de Sandoval era un verdadero muro. En el 72 a punto estuvo de morir el encuentro, ya que Scepovic veía como el banderín del fuera de juego evitaba lo que podría haber sido el 0-2.
El equipo coruñés seguía insistiendo pero la sensación de tranquilidad del rival era clara. En el 89 Salomao tenía que parar (no había más cambios) para estirar un gemelo, roto por el desgaste físico; no era el único. El Depor llegaba extenuado al final con un 0-1 que parecía inamovible. Otras dos nuevas contras rivales, en el 91 y el 92, pudieron sentenciar, pero el choque acabó con un córner a favor.
En esa acción, con el tiempo cumplido, Fabricio subió a rematar y lo hizo, pero también Toché, y todo Riazor, en definitiva, para marcar de chiripa lo que no quiso entrar ni de penalti ni en ocasiones claras.
Así es el fútbol. Un empate que, por su desenlace, hay que valorar como positivo.
En el minuto 14 Insua, cegado por el sol, no conseguía rematar un balón pegado al palo en una jugada típica de gol. Posteriormente Salomao intentaba sus acciones por el lateral del área rojiblanca pero no se llegaba a concretar peligro. El Sporting respondía en el 19 con un cabezazo de Scepovic.
En el 25 se rompía el partido. En un segundo córner consecutivo, botado igual que el primero, Bernardo recibía la pelota libre de marca, después de un despeje de Borja, y un intento de disparo rival. El defensa marcaba con la derecha y enmudecía a Riazor.
No fue el primer mazazo que se llevó el estadio blanquiazul. El equipo coruñés intentó una respuesta inmediata y, a los 28, una buena jugada combinada acababa con manos en el área tras un intento de Rabello de superar a un contrario. El colegiado señalaba pena máxima y Borja Bastón la mandaba fuera, pegada al palo. El Depor se vino abajo momentáneamente, incluso el público de Riazor por momentos, era apagado por la afición rojiblanca. Mejor imposible para el Sporting. 0-1 y penalti fallado por el Depor. Con muy poco, casi nada, los rojiblancos mandaban en el partido y con esa mínima ventaja se llegó al descanso. El Depor encajó los dos golpes y esperó a tomar aire en el vestuario.
Si había perdonado con el penalti el equipo de Vázquez, comenzó la segunda parte de la misma manera. En el 47 Salomao manda fuera, por alto, una pelota que bien podría haber enviado hacia uno de los dos palos ya que el meta, Cuéllar, estaba en el medio del marco.
El entrenador blanquiazul comenzó con los cambios para intentar el empate. Primero dio entrada a un delantero más en lugar de Rabello y luego cambió el dibujo para jugar con Lopo y línea de tres en defensa. El dominio del balón era del Depor, con poca profundidad, mientras que el Sporting contragolpeaba con mucho peligro.
A dos ocasiones asturianas, en el 60, respondió Toché en el 63. El cuadro coruñés lo intentaba por una y otra banda con Laure y Luisinho, pero la defensa de Sandoval era un verdadero muro. En el 72 a punto estuvo de morir el encuentro, ya que Scepovic veía como el banderín del fuera de juego evitaba lo que podría haber sido el 0-2.
El equipo coruñés seguía insistiendo pero la sensación de tranquilidad del rival era clara. En el 89 Salomao tenía que parar (no había más cambios) para estirar un gemelo, roto por el desgaste físico; no era el único. El Depor llegaba extenuado al final con un 0-1 que parecía inamovible. Otras dos nuevas contras rivales, en el 91 y el 92, pudieron sentenciar, pero el choque acabó con un córner a favor.
En esa acción, con el tiempo cumplido, Fabricio subió a rematar y lo hizo, pero también Toché, y todo Riazor, en definitiva, para marcar de chiripa lo que no quiso entrar ni de penalti ni en ocasiones claras.
Así es el fútbol. Un empate que, por su desenlace, hay que valorar como positivo.
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