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lunes, 12 de diciembre de 2011

LA GRADA YA LE CANTA A BERGANTIÑOS





Álex Bergantiños se ha convertido por méritos propios en el último grito en Riazor. Su nombre, coreado por miles de gargantas al ritmo de la banda sonora de Los Picapiedra, pega con fuerza como uno de los nuevos hits en el campo blanquiazul, su estadio de siempre, el mismo en el que no hace tanto era él quien vitoreaba a sus ídolos como un aficionado más. Ahora es Álex quien recibe ese honor, reservado sólo a un puñado de privilegiados. Es la forma que tienen los hinchas más fieles, la mayoría Riazor Blues, de agradecerle su entrega y la pasión que siente por el escudo, el que siempre ha sentido como propio por su origen coruñés.

Gozan con su garra, con su sacrificio y también con sus virtudes creativas, como demostró ante el Numancia participando de forma decisiva en dos de los tres goles. Tanto hace disfrutar a los seguidores, que quizá algún día lleguen a dar "toda la vuelta" con él, igual que hacían "de la mano del Scaloni", o se preparen para ser "campeones otra vez", como con Djalma.

Aquellos cánticos al argentino y al brasileño son algunos de los que calaron más hondo en Riazor en las últimas dos décadas. Dejaron un marca profunda, tan grande como la del "machete" que Martín Lasarte tenía que sacar a la fuerza en cada partido. Bebeto, cuya canción mereció unos compases en el himno del club, y su escudero Claudio recibieron vítores en la etapa del Superdépor. En aquella época Riazor también parecía caerse cada vez que entonaba un rotundo y silábico "Fran-cis-co" (González Pérez).

Fran siguió recibiendo calurosos aplausos durante varios años más, suficientes para celebrar los seis títulos. "Roy Makaay, te quiero", le debió de decir al holandés cuando juntos conquistaron la Liga (2000). Todo el estadio agradeció al punta sus 22 goles en aquel campeonato, claves para el éxito. No fueron los únicos del plantel que merecieron cánticos personalizados. "Turu Turu" (Flores) y el gran "Mauro, Mauro, Silva" se ganaron igualmente un lugar para siempre en los corazones de los aficionados, como Fran, Djalma, Makaay o Scaloni. También el veterano Donato, a quien la grada le suplicaba "fuerza pa vivir".

No le hizo falta demasiada al brasileño para triunfar en el Dépor. Le sobró con la calidad, como a su compatriota Filipe Luis, otro de los nombres que en los últimos años sonaron con más ímpetu en Riazor. Antes, en la plenitud de la Champions, "Diegol" Tristán fue querido y odiado casi a partes iguales. Sus fieles nunca dejaron de apoyarlo mientras estuvo en el Dépor, aunque no despertó las simpatías de todo el respetable coruñés. Al contrario ocurrió con Walter Pandiani, cuya incesante brega siempre le hizo tener a la grada de su lado.

Mucho más cariño todavía despertó Joan Capdevila, entregado hasta el último día que vistió de blanquiazul y aún fiel desde la distancia a día de hoy. El campeón de la Eurocopa y del Mundial está muy pendiente de la marcha del Dépor, en el que continúan algunos de sus mejores amigos, como Manuel Pablo o Juan Carlos Valerón. El Flaco sigue siendo el más querido en Riazor. "¡Valerón, Valerón, Valerón!", volvió a gritar la grada ante el Numancia. Como siempre su nombre sonó con fuerza, aunque el último grito, justo tras el final, no fue para él. Fue para Álex.Fuente la opinion. @XALOMONTE

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