Pocas veces un partido de esta importancia fue tan desigual y se decantó por una diferencia tan mínima. El Racing fue justo vencedor por ambición y constancia pero no mereció sufrir lo que sufrió ante el Deportivo. Sobre todo después de haber malgastado una infinidad de ocasiones (hasta siete), penalti de Rosenberg incluido. Precisamente el sueco fue el encargado de tirar abajo el muro gallego cuando menos se esperaba. El centro fue de Francis y la ayuda de Lopo. El entramado coruñés de cinco jugadores atrás saltó por los aires en ese momento, aunque pudo haberlo hecho mucho antes demostrando que, a veces, no se defiende mejor con más gente, sino con mejores argumentos.
Sólo los fallos del Racing y la magia de Adrián, que estrelló un balón en el palo, mantuvieron con vida al Depor. Al final, el marcador ofreció el mismo premio al Racing que si hubiera goleado, el alivio, por lo que Portugal está igual de satisfecho, ya que recupera aliados. El Depor, por su parte, frena su mes mágico y su racha triunfal en Santander tras 14 años invicto.
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