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sábado, 30 de enero de 2010
RIAZOR INVOCA A LAS MEIGAS
EUGENIO COBAS | A CORUÑA El Deportivo se encomienda al embrujo de Riazor para ampliar un año más el hechizo que, como por arte de magia, envuelve en las últimas campañas cada una de las visitas del Madrid al estadio blanquiazul. Los merengues no vencen en A Coruña desde el 2 de noviembre de 1991. Casi diecinueve años después de aquel 0-3 -con goles de Hierro, Michel y Butragueño- los nuevos galácticos de Florentino quieren superar su cristianodependencia para acabar con su gafe en Riazor. Lo necesitan para no perder la estela del Barça. Más que necesidad, es una obligación.
El Dépor, en cambio, inicia la segunda vuelta con la tranquilidad que supone tener 34 puntos en el zurrón a estas alturas del campeonato. En otra situación más delicada, tantas bajas y tan importantes habrían encendido todas las luces de alarma, pero el equipo de Lotina dispone de un colchón importante de puntos y eso, inevitablemente, inyecta oxígeno para afrontar sin sobresaltos la segunda mitad de la Liga. En plena depresión por el mal fario en forma de lesiones -la última, la de Filipe-, el conjunto coruñés pretende reanimarse a costa de un rival teóricamente temible, pero que en los últimos años no ha tenido más remedio que acostumbrarse a salir humillado de Riazor.
No se sabe si es cosa de meigas, pero haberlas hailas cada vez que el Madrid salta al césped coruñés. Lotina no cree en ellas. Se toma los precedentes como algo anecdótico y no les da mayor importancia. Ése es su deber, aislar a sus futbolistas de todo lo que envuelve al partido para centrarse en lo verdaderamente valioso: el trabajo bien hecho, la solidaridad dentro del campo y la concentración durante los noventa minutos. No lo pide. Lo exige. Sólo así el Dépor ampliará los efectos del hechizo que cae sobre el Madrid en Riazor. Definitivamente, el técnico no cree en las meigas, como tampoco nadie creía cuando empezó la Liga en la posibilidad de aspirar a la Champions. Pero ahí está el Dépor, preparando una nueva pócima con la que superar las bajas y llegar a la recta final con opciones de auparse a la cuarta plaza.
Es una empresa difícil, casi imposible tal y como está de mermado el equipo, pero también resulta increíble que el Madrid lleve diecinueve años sin ganar en Riazor, y los lleva. Más que al resultado, Lotina da prioridad a la imagen. Quiere que el Dépor parta de cero para recuperar poco a poco el fútbol que le está faltando en las últimas semanas. El bache de juego es comprensible, hasta lógico teniendo en cuenta el calibre de las bajas: Filipe, Angulo, Guardado, Sergio, Mista y Lassad. Lotina recupera a Riki, pero tiene a Lopo y Bodipo entre algodones. Muchos problemas, aunque nunca demasiados cuando el visitante es el Madrid.
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